El Alma Humana
En el mundo occidental, el concepto de alma se ha ido formando lentamente y no se remonta a la noche de los tiempos. Se pueden seguir las etapas que jalonan la emergencia de un principio espiritual de lo vivo y que conducen a su justificación filosófica por Platón y Aristóteles. A menudo cuestionada en las escuelas posteriores en favor de teorías materialistas o mecanicistas del alma, pero retomada con brío por el neoplatonismo, esta noción del alma encontró su culminación en el judeocristianismo.
Surgimiento de un principio espiritual de la vida
En Homero, nuestro testigo más antiguo que debemos situar más allá del 700 a. C., lo que llamamos «alma» (del latín anima, relacionado con el griego ἄνεμος, viento, soplo) está en realidad desdoblado y expresado por dos palabras griegas: El θυμός (pasión, voluntad, espíritu) está relacionado con el verbo θύω (lanzarse) y evoca un flujo de sangre caliente; por el contrario, la ψυχη (vida) está asociada con el verbo ψυχώ (respirar) y evoca el aliento de la respiración animal. Así, las funciones de la conciencia y las del espíritu, que caracterizan la personalidad individual, se relacionan más con este fenómeno psicofisiológico expresado por el θυμός; por el contrario, la vida indiferenciada que hace que todo cuerpo sea vivo es la ψυχή.
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